Pobreza creciente, derechos menguantes. La fractura social se amplía
Rafael del Río Sendino. Presidente Fundación FOESSA
(Merece la pena leer el último informe de Cáritas en el que se pone en evidencia el ahondamiento de la fractura social en nuestro país. Es el informe al que Montoro no ha dado crédito, tachándolo de estar fuera de una realidad que al parecer los políticos conocen mucho mejor que Cáritas.)
Seis años de crisis y hoy, en España, las personas que no padecen ningún problema de exclusión social se han convertido en una estricta minoría. La fractura social entre aquellos que se encuentran en la franja de integración, dentro de la estructura social de nuestro país, y los que se encuentran en situación de exclusión se amplía. Entre ambos grupos, unas clases medias que, según nos indican todos los datos, decrecen y transitan, parte de las mismas, hacia los espacios de la exclusión. Estos son los primeros resultados que la encuesta realizada por la Fundación FOESSA en 2013 ha comenzado a proporcionar. El espacio de la exclusión se ensancha, y el factor económico ya no es suficiente para explicar el deterioro de las condiciones de vida de los ciudadanos. A una somera descripción de la situación intentará dar respuesta el primer capítulo de este informe, profundizando en los indicadores generales de contexto, junto con las primeras conclusiones de la encuesta FOESSA.
Existe un gran riesgo de que el aumento progresivo de la desigualdad, en el largo plazo, se convierta en crónico. Este es uno de los problemas a los que debemos hacer frente sin dilación. La reforma fiscal que se anuncia debería contemplar los mecanismos suficientes que no solo contengan la desigualdad, sino que la hagan retroceder. Los datos más recientes nos hacen tener una gran preocupación por el desplazamiento que se está produciendo entre los grandes grupos de renta en nuestro país.
Este desplazamiento está generando una gran bolsa de ciudadanos atrapados en la exclusión social. Independientemente de las medidas estructurales que se tomen y que tengan incidencia en el largo plazo, hay un sector de población en una situación insostenible. Es necesario, de manera urgente, elevar la renta de los mismos, y para ello debemos introducir en la agenda una renta mínima garantizada que evite el aumento de las cifras de exclusión. Sabemos, por experiencias anteriores, que en periodos de crecimiento no se reducen las cifras de pobreza y exclusión en la misma medida que avanzaron en los momentos de crisis. Este comportamiento contracíclico nos hace ser pesimistas en cuanto a nuestra posible recuperación. Grandes sectores de la ciudadanía podrían quedarse al margen.
Fiar nuestra política social solamente a la mejora del factor empleo, en una situación de bloqueo del mercado de trabajo para muchas personas, no es suficiente. La situación general en este ámbito es muy negativa en términos de resultados. Menos empleo, elevadas tasas de paro, con el poco empleo que se crea, y mayoritariamente de carácter temporal, salarios más bajos y, además, repartidos más desigualmente, no invita a pensar que las personas en situación
de exclusión puedan recuperar posiciones en la estructura social.
Más allá de que el proceso de recuperación se haya iniciado o no, hayamos tocado fondo o no
o, como algunos dicen, que la crisis se haya terminado, debemos poner nuestra mirada en los que no pueden esperar. Porque no podemos conformarnos con que nuestro modelo de vida se caracterice en los próximos años por los efectos que la crisis ha generado.
Hoy, en el momento en que la Fundación FOESSA cumple 50 años de actividad, siguen siendo válidas las palabras que aparecieron en su primer informe en el año 1966: «… para quien de algún modo es responsable de la dirección de la vida social, es una exigencia ética el no conformarse con el conocimiento intuitivo y superficial de los hechos, y mucho menos, falseado o disimulado; y ello, tanto por amor a la verdad como por una necesidad funcional ya que, sin ese conocimien
to, mal pueden adoptarse decisiones acertadas». 2014 es para nosotros un año clave, donde la sociedad española se enfrenta a la respuesta necesaria que ya planteábamos hace un año: si continúa el deterioro de la capacidad adquisitiva y de los derechos sociales de la población, la fragmentación seguirá aumentando. La cohesión social pasará a ser una de nuestras grandes preocupaciones. Los resultados de nuestra investigación así lo demuestran en los ejes económico y político. Aunque también, y como elemento positivo, no se desprende de los indicadores utilizados que el empeoramiento general de la cohesión social en España se haya traducido en un empeoramiento de las relaciones entre la ciudadanía. Las relaciones internas en las familias y las relaciones vecinales han mejorado, y las situaciones de aislamiento se han reducido. En esta lección de convivir con la crisis se encuentra el germen en el que apoyar una verdadera recuperación. Es una oportunidad que no debemos desaprovechar.
La publicación en el próximo mes de octubre de nuestro VII Informe sobre Exclusión y Desarrollo Social en España, y su presentación pública en el Congreso FOESSA, será nuestra aportación al diagnóstico y a la propuesta que el carácter reformista de la Fundación ha mantenido desde su origen.