Estaba bloqueado ante el martilleo constante de la crisis: más paro, más recortes, más desconfianza de los mercados, más lejos el final del túnel… Me preguntaba: ¿qué decir sobre el palo a la Cooperación Internacional con la que está cayendo por aquí? Hasta que hace unos días me encontré con Fidel, este señor con carrito y sin hogar, que se pone en la puerta de la iglesia y consigue algunas moneditas para ir tirando. Gracias a él comencé esta reflexión.
Primero los de aquí… Con la que está cayendo… se nos está introduciendo, como muletilla, una peligrosa falacia.
Primero los de aquí: respuesta parásita habitual en debates sobre ayuda a países empobrecidos, inmigrantes, onegés para el desarrollo… Más que mera opinión de tertulia, o tomando un café, son los primeros recortes hechos realidad, los más drásticos y sobre los más débiles.
Sin embargo, lo peor de estas cuatro palabras es:
- que gocen de un importante consenso ciudadano
- tratarse de un razonamiento incorrecto que parece lógico (falacia)
Entiendo el origen de ciertos argumentos: experimentar la crisis en primera persona, temor a que pueda afectarme, malestar por tanto despilfarro y falta de transparencia… Motivos que facilitan la sensación de inseguridad, temor, rabia y desconfianza. Todos ellos reforzados por un clima mediático que destaca unos hechos, imágenes y palabras sobre otros datos que, probablemente, no interesa tanto divulgar, facilitando así una opinión pública, más homogénea y dócil -al menos en algo-.
Este algo común, de fácil consenso y rentable en votos, que concreta “primero los de aquí” ha sido la reducción en 65% del presupuesto de Ayuda al Desarrollo en el presente año, y ahora la eliminación de la asistencia sanitaria a los inmigrantes en situación administrativa irregular (“sin papeles”) [1].
Primero los de aquí, tiene como finalidad dividir a los pobres y justificar la pasividad ante la pobreza.
Primero los de aquí, no tiene sentido ya no tanto porque los pobres de allá, sean más pobres o estén inmersos en una crisis crónica que se agrava con la nuestra o, porque no tengan nuestros sistemas de protección… sino sencillamente, porque para cualquiera que crea en el ser humano, en su dignidad como persona, sucede que no existen pobres de aquí y pobres de allí. Hay pobres, hay personas y sociedades empobrecidas. No hay pobres de aquí y de allí, como no hay pobres de 1ª y de 2ª, acaso pobres y pobres más pobres aún, donde quiera que sea. Y ese empobrecimiento globalizado, sin distinción de fronteras, es el objeto a erradicar sin distinciones.
Legitimando falsos distingos, abriremos la puerta a nuevas exclusiones que inicialmente minoritarias, inofensivas, se volverán contra nosotros sin enterarnos. No deja de ser curioso cómo el artículo 22 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que recoge la responsabilidad de los Estados en Cooperar en el desarrollo de países más desfavorecidos, es el mismo artículo que afirma que “Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social”.
Cuidadín, cuidadín, no sea que con ese “primero los de aquí”, levantemos la veda a una especie de “sálvese quien pueda". Un “sálvese quien pueda” que no parece estar dirigido a personas, al menos no a todas ¿Tendremos cabida en algún bote? ¿Qué haremos con Fidel, el del carrito?
(Continuará)
Manolo Vela
Delegado autonómico de Aragón
Juan Ciudad ONGD
[1] No entraremos en detalles sobre el poco ahorro que estas medidas suponen, tú mismo lo puedes consultar fácilmente en Google, accediendo a estudios realizados por expertos como Luis Andrés Gimeno Feliu.