El Ayuntamiento de Zaragoza y el Gobierno de Aragón, alejados de los compromisos pactados por todos los partidos que los integran, tienen una oportunidad para cambiar el rumbo y cumplir lo acordado en materia de cooperación y solidaridad internacional.
“He visto cosas que los humanos no creeríais…” Con estas palabras, el androide Roy Batty da inicio a uno de los monólogos más aclamados del cine. La lluvia incesante, la penumbra del atardecer y la música de Vangelis crean una atmósfera densa y mágica a la vez. Es el año 2019 y nos encontramos en un Los Ángeles futurista imaginado por Ridley Scott cuando rodó Blade runner cuatro décadas antes. Batty, consciente de su inminente final, programado desde su creación, salva la vida del cazador de replicantes Rick Deckard, con quien se acaba de enfrentar a muerte y que, atónito, escucha algunos de los increíbles episodios vividos por el androide en las colonias del mundo exterior: “…todos esos momentos se perderán en el tiempo -continúa Batty- como lágrimas en la lluvia…”.
En 2019, en la vida real, se celebraron aquí las últimas elecciones autonómicas y municipales. Las organizaciones de cooperación y solidaridad internacional asistíamos con ilusión al inicio de la nueva legislatura. No era para menos: el conjunto de las fuerzas políticas con representación institucional en el Ayuntamiento de Zaragoza y Cortes de Aragón habían firmado sendos pactos que preveían la mejora de la cooperación, la coherencia de las políticas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el aumento de los fondos destinados a los países empobrecidos. A fecha de hoy, con coaliciones de distinto signo gobernando ambas instituciones, que suman 6 partidos firmantes de aquellos pactos, su falta de voluntad para cumplir aquel compromiso es evidente.
El Ayuntamiento de Zaragoza, referente histórico en la cooperación internacional desde los municipios, lejos de caminar hacia el 0,7 % pactado para ya para 2021, no ha cesado de reducir los fondos y alejarse de dicha meta. Entre las razones esgrimidas está que Zaragoza hace un esfuerzo mayor que el de otras ciudades. No solo es indigno justificarse en lo mal que lo hace el resto, sino que resulta llamativo poner como excusa algo que ya era así cuando se firmó el compromiso.
En cuanto al Gobierno de Aragón, partiendo de un porcentaje mucho menor, el compromiso era alcanzar el 0,2 % de su presupuesto al final de la legislatura, destinando, de esta forma, una partida similar a la de 2010. Pero la última propuesta del Consejo de gobierno para el 2022 es de tan solo un 0,06 %. El mensaje es rotundo: Lo pactado no se va a cumplir.
Sin embargo, los partidos de la coalición gobernante en el Ayuntamiento negocian en la actualidad los próximos presupuestos; todavía hay margen para rectificar y hacer realidad su compromiso.
Por su parte, en la tramitación de la ley de presupuestos en las Cortes, los partidos de la coalición en el gobierno de Aragón tienen la oportunidad de enmendar su propia propuesta y cumplir con lo pactado.
Esta situación genera en las entidades y personas que nos dedicamos a la cooperación un gran desasosiego, porque realmente creímos que había verdadera voluntad política y un amplio consenso para cumplir con lo firmado por los partidos. Como ciudadanas y ciudadanos, la decepción es muy profunda.
Pero el verdadero problema es el retroceso en la financiación de proyectos necesarios para el acceso a unas condiciones de vida digna y a los derechos fundamentales de muchos miles de personas. Hablo del apoyo al esfuerzo de comunidades y organizaciones en los países más empobrecidos para facilitar el acceso igualitario de los niños y niñas a la educación en lugares donde la inequidad y la diferencia de oportunidades es escandalosa. Pequeños proyectos productivos para familias en el medio rural que les permiten romper la barrera de la pobreza extrema y el hambre, ese monstruo que condiciona el desarrollo y la salud durante la infancia. Me refiero a la cooperación con los sistemas de salud para mejorar sus servicios y que dejen de morir mujeres durante el parto por no recibir una atención oportuna o para acabar con la mortalidad infantil por causas evitables.
Por desgracia, debido a la falta de compromiso con los acuerdos pactados, algunos de estos proyectos que vienen apoyando las ONG aragonesas ya se han perdido. Y, con ellos, las oportunidades que suponen para el desarrollo y restauración de los derechos de muchos miles de personas.
Y si persiste el incumplimiento, otros muchos se perderán.
Como lágrimas en la lluvia.
Artículo de opinión para Heraldo de Aragón
Carlos M. Pablo, Mª Jesús Sanz, Ricardo Álvarez y Fernando Pérez
Expresidentes de la Federación Aragonesa de Solidaridad