Construyendo ideas, tejiendo solidaridad

30 años de solidaridad dada y recibida

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«La solidaridad es la ternura de los pueblos», con esta frase de Gioconda Belli, poeta y novelista nicaragüense, podemos definir la actividad que la Federación Aragonesa de Solidaridad ha desarrollado en estos intensos 30 años.

Es motivador recordar aquel 16 de abril de 1993, el primer acto público en el que se presentó en la Biblioteca de Aragón la FAS. 8 organizaciones que querían mejorar la solidaridad con los pueblos del Sur, para ejercer una presión más sólida ante las instituciones públicas para que incluyeran en sus partidas presupuestarias el 0,7%, como medio de paliar la mayor fuente de injusticia y conflictos de nuestro mundo, que es el abismo existente todavía entre el Norte rico y el Sur pobre.

La primera actuación de la FAS, fue la denuncia de las irregularidades cometidas por el Ayuntamiento de Zaragoza, relacionadas con la partida del presupuesto municipal de 1992 destinada a la solidaridad con el “Tercer Mundo”. Después de adjudicar 15 millones de pesetas a proyectos de 13 ONGD, el cobro no fue posible, pues el dinero había desaparecido el 31 de diciembre, al cerrarse el ejercicio. ¿Nos suena? En ese momento ya nos concentramos en las plazas de España y del Pilar, bajo el lema “esta deuda social debe ser pagada”.

Desde que en 1991 unas pocas organizaciones aragonesas, ven la conveniencia de sumar esfuerzos, para abordar actuaciones que escapaban a las posibilidades de cada organización, hasta el día de hoy, se ha ido recorriendo un intenso camino, lleno de dificultades, pero apasionante.

En esta línea sencilla se ha venido trabajando hasta hoy. La asamblea mensual de los primeros tiempos era un lugar de trabajo y de encuentro de las y los militantes de las organizaciones, con su rato de convivencia al terminar la reunión en el bar de la esquina.

Son varios los hitos que marcan la andadura de estos 30 años de lucha; desde la incorporación a la COORDI– Coordinadora de ONGD de España -, la Campaña por la Deuda Externa, lucha por la soberanía alimentaria, la adopción del Código de Conducta, Alianza Aragonesa contra la Pobreza, Campaña Pobreza Cero, Suralia, Comercio Justo, Incidencia Social y Política, Cátedra Cooperación al Desarrollo, Unaquí, Educación para el Desarrollo y Ciudadanía Global… y tantas acciones reivindicativas y actividades de sensibilización que es difícil no emocionarse por tanto trabajo e ilusión de muchísima gente que lo ha hecho posible.

Son tiempos oscuros y difíciles los que vivimos hoy respecto a la política de las administraciones públicas respecto a la Cooperación al Desarrollo. Duele que nuestras máximas autoridades no permitan que los presupuestos muestren la solidaridad del pueblo aragonés con otros pueblos; el recorte de presupuestos supone, literalmente, perdida de condiciones de vida y de oportunidades para miles de personas en otros lugares:  menos acceso a salud, a saneamiento, agua, a educación, a producción, a formación comunitaria, a semillas, a protección de pueblos indígenas, de mujeres y de la infancia.

Pero no podemos caer en la desesperación y en la pérdida de ilusión por el trabajo que nuestras organizaciones siguen realizando día a día por las personas más empobrecidas de nuestro mundo.

Personas que huyen de guerras, violencia, inseguridad y los efectos del cambio climático. Más de 1.200 millones viven en contextos de conflicto. Los desastres climáticos ya son el principal motivo por el que la gente se ve obligada a abandonar su hogar.

Nos sobran evidencias para saber que, durante la próxima década, nos toca dar respuesta a grandes retos planetarios, de enorme complejidad, urgencia, alcance e impacto. Retos económicos, sociales y medioambientales marcados por unas desigualdades económicas, raciales y de género que son cada vez mayores y que atrapan a miles de millones de personas en la pobreza y en la injusticia.

Es tiempo de resistir, trabajar codo con codo, con determinación, para construir una sociedad justa para todas las personas, en una acción global colectiva.  Y en esta construcción colectiva no sobra nadie: individuos, movimientos, organizaciones de base, ONG locales o internacionales, empresas responsables… Todas debemos reforzar los lazos del internacionalismo, trabajando desde nuestra diversidad, fortalezas y complementariedades.

Por eso es alentador que en el seno de la FAS se sigan suscitando actividades orientadas a la participación activa de la ciudadanía, actividades que requieren colaboración entre organizaciones y que a la vez están abiertas a la posibilidad de que otras entidades aporten criterio, señalen líneas de actuación o asuman protagonismo.

No nos podemos olvidar del alcance recíproco de la solidaridad, que es dada y recibida. Por lo mucho que damos, pero de lo tanto recibido por las personas y organizaciones que forman parte de los proyectos del compromiso mutuo por llegar a un desarrollo integral. Desafíos compartidos, una colaboración aplicando lógicas integradoras, horizontales e innovadoras, que entienden que todas las respuestas no están de un lado ni todos los problemas en el otro.

Llevamos marcados los corazones de los nombres, de los rostros de las personas que a lo largo de estos más de 30 años forman parte de nuestras vidas. Por ellas seguimos dando sentido a la lucha en la movilización ciudadana, en la vigilancia sobre las políticas públicas o en la defensa de los derechos humanos, siendo resilientes ante las complejas crisis que golpean la vida de millones de personas en todo el mundo.

Si algo deja claro el contexto complejo que vivimos como humanidad, es que es el momento de la solidaridad y la responsabilidad. ¡Por otros 30 años!

Texto de Eusebio Villaescusa Mugüerza miembro de la ONGD Proyde y firmante del acta constitucional de la FAS un 28 de noviembre de 1994.

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