Los grupos parlamentarios han aprobado un Plan de Cooperación para Aragón sabiendo que probablemente se incumplirá desde el primer momento.
Hoy, 21 de junio de 2012, se ha aprobado el Plan Director de la Cooperación Aragonesa para el Desarrollo 2012-2015. En este documento aparece la siguiente frase: “El presupuesto del Fondo de Solidaridad del Gobierno de Aragón con los países más desfavorecidos en este primer año de vigencia del Plan Director es de 5.693.232,32 euros”. Pero hoy sabemos que dos millones de euros quedan retenidos y disponibles para otros usos, por lo que el fondo de partida son poco más de 3,5 millones de euros, lo que hace inviable poder alcanzar lo planificado.
También manifestamos nuestra preocupación por la presión que algunos sectores están ejerciendo para que la empresa se incorpore como un actor en la cooperación al desarrollo en los países empobrecidos. Exigimos que se diferencie entre la internacionalización de las empresas y la acción de cooperación basada en la solidaridad y la justicia social.
Aplaudimos que el Gobierno de Aragón hoy ha incluido casi un 50% de las enmiendas presentadas, lo que demuestra que el Plan se ha enriquecido por el aporte de todos los grupos. Pero desde la FAS consideramos que algunas de las enmiendas aprobadas pueden tener efectos contraproducentes para la cooperación aragonesa.
Por otro lado queremos resaltar que hay acciones de cooperación que pueden realizarse sin presupuesto y que dependen de la voluntad y coherencia política de quien gobierna. Un ejemplo de esto sería que el Gobierno de Aragón incluyera los criterios de Economía Solidaria y Comercio Justo en los procesos de contratación y compra pública, lo cual aportaría considerablemente al desarrollo local de los más empobrecidos independientemente del lugar de donde sean.
Está claro que hay una distancia entre el discurso y la práctica y nos preguntamos si es necesario abrir un proceso de planificación como el que se ha llevado a cabo con este Plan, con todo el tiempo que se ha invertido en el mismo, cuando son evidentes las contradicciones y las prioridades manifiestas en nombre de la crisis. Crisis que solo los “elegidos” pagan, precisamente los y las que no la han generado.
